Tengo que reconocer que a veces necesito los centros comerciales. Cuando estuve trabajando de cooperante en El Salvador y necesitaba buscar alguna referencia “civilizada” me acercaba al supermercado del pueblo más cercano a oír los bip bip del marcado de los códigos de barras en las cajas. Eso me tranquilizaba.
Ayer mismo fui a comprar algo de cultura a la Fnac de Nueva Condomina en Murcia y hoy me animé a recomponer lo obvio.
Quizás se trate de un guiño pop como el de U2 en su gira Popmart (1997), o simplemente pereza en el diseño. Quien sabe. Funciona, la gente compra y ya está. Seguramente comprarían igual si hubiesen puesto una esvástica, un cristo crucificado o como me aseguran que van a hacer dentro de nada en la fábrica de El Pozo en Alhama, un globo terráqueo hecho con jamones metálicos. Viene a cuento que os comente algo que yo proponía en el proyecto fin de carrera, (como no, un centro comercial). Se trataba de construir un cielo continuo que sirviera como soporte publicitario, donde los logotipos aparecerían fragmentados, reflejados, invertidos, formando un paisaje continuo. La realidad es que los logos, los colores y las tipografías se recomponen automáticamente en el cerebro del sobre estimulado consumidor, que ya forman parte intrínseca, queramos o no, del actual imaginario-subconsciente cultural-consumidor colectivo. Un par de imágenes:
1 comentarios:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
en el perfil se te ha olvidado cínico. parece que con frivolo y huraño queda casi definido pero yo insistiria